5/8/12

El Jinete Silencioso, Gonzalo Giner.


Existen miles de libros que uno teme comenzar, pero son pocos los libros que uno no quiere terminar. Es mi caso con "El Jinete Silencioso", la conmovedora historia de Yago, un muchacho con síndrome de Asperger, (sin temer a equivocarme, una variante del autismo), que logra una comunicación, casi un mimetismo, con los caballos. Yago pasa por la vida con muchos sin sabores ya que no se conocía mucho como tratar este síndrome en los siglos XV o XVI.


Desde el principio el libro te envuelve en sus páginas, pues se inicia con el nacimiento de Yago. El niño muere al nacer y la matrona, pone el cuerpo en la caballeriza. Un caballo se acerca a ver que era ese bulto y su instinto provoca una reacción que le salva la vida al recién nacido. El caballo lo empieza a lamer y con el masaje que su lengua provoca en el cuerpo, el niño vuelve a la vida con un estornudo. La madre lo escucha y corre a ver donde yacía el pequeño. Con las pocas fuerzas que le quedaban, trata de recuperarlo pero el caballo, ya se había adueñado del alma del muchacho. A duras penas la madre lo recupera, sin embargo reconoce lo que el caballo había hecho por su pequeño, y le da muestras de agradecimiento en una forma que el caballo comprende.

La muerte encuentra muy pronto a la madre y Yago comienza a manifestar comportamientos extraños para un bebe. Se cría con su tía, una mujer ignorante, que no comprende las necesidades del chico y todo lo contrario, lo cría de una manera miserable e insana. Así se pasa la vida Yago hasta que Camilo una especie de monje, se apiada de él y le muestra un poco de amor. Camilo siente una fuerte paternidad hacia el muchacho y lo ayuda en su crecimiento espiritual y físico.

Un día Camilo le muestra unas pinturas de caballos y Yago tiene una reacción insólita, cosa que lleva a Camilo a mostrarle caballos reales a Yago, un encuentro que deja sin precedentes el efecto que el muchacho causa en ellos, así como también Yago puede expresar su amor.

Diferentes situaciones lo alejan de su padre espiritual, cosa que parte su corazón y Yago en su ignorancia trata de recuperarlo de cualquier manera, cosa que lo llevará a su ruina. 

Entre España, Italia y Jamaica, la historia de Yago recorre sus 28 años. El descubrimiento del amor, su contacto con los caballos, así como su sensibilidad por el arte envuelven al lector en sus páginas una tras otra. 

Yago tiene la oportunidad de trabajar en Florencia y su mentor lo lleva a visitar a Miguel Angel  Bounarotti. Aunque es un diálogo de ficción, el autor logra un discurso hermoso entre ambos, así como las reacciones del muchacho ante la magnificencia de la obra de Miguel Angel.

"Yago estiró una mano hacia un Dios que separaba los mares de la tierra en una postura llena de energía y fuerza, como si quisiera rozarlo. Miguel Ángel seguía con atención sus peculiares reacciones. Lo vio caminar con las dos manos extendidas, como acompañando a las imágenes que se sucedían a lo largo del techo. Se fijó en cómo las acariciaba, en cómo las volvía a perfilar con sus dedos, tal vez queriendo ser partícipe de su creación. "

Es la segunda obra que leo de Gonzalo Giner. La primera fue "El sanador de caballos", que lo encontré en el blog de Eva, y fue igualmente  maravillosa o quizás mejor, pues el factor humano en el ser de Yago lo hace un libro especial. La historia de Yago, no sólo llena una necesidad literaria, sino que toca el corazón al tratarse de una alma pura como la que tienen estos niños de este conocido síndrome en nuestros días.

“Gonzalo Giner nació en 1965 en Madrid, donde estudió Veterinaria. Durante años se ha dedicado a la ganadería industrial, siempre como asesor de nutrición y producción. Su trabajo le ha llevado a residir un tiempo en Barcelona y a viajar con frecuencia por España y por medio mundo, antes de volver a instalarse en su ciudad natal. Las innumerables horas pasadas en aviones y hoteles le han proporcionado tiempo suficiente para cultivar una de sus aficiones, la lectura y el estudio de la historia. Al final, todas esas horas han acabado por cristalizar en tres novelas consecutivas en los últimos cuatro años, lo que lo convierte en un autor plenamente establecido."

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